jueves, 21 de agosto de 2014

¿Medicina de liberación?

Estaba buscando una definición adecuada para describir el tipo de medicina que había estado practicando en Chiapas durante casi dos años (ya que el término de Salud Global no es muy conocido en nuestro país) y me encontré con una definición de un Padre llamado Ignacio Martín-Baro aplicable a la medicina: “En nuestro caso más que en el de otros, el principio que ha de mantenerse es el de que la preocupación científico social no debe ser tanto explicar el mundo sino cambiarlo”.

Patio y lavandería de una casa en la Sierra Madre de Chiapas.
No hemos entendido que la salud es un asunto social, económico, político y sobretodo, es un derecho humano fundamental. La desigualdad, pobreza, explotación, violencia e injusticia son la base y/o raíz de la mala salud y de las muertes de los pobres y marginados. Cuando nos lleguemos a dar cuenta de la interdisciplinariedad y la interconexión de los problemas, es imperativo explorar nuevos horizontes, una nueva manera de buscar conocimiento y una nueva manera de actuar.


La vocación es fundamental para la buena medicina. La humildad es la más difícil, especialmente para los doctores, pero puede ser mejor descrito como una igualdad radical con quienes acompañamos. 

En otras palabras, la persona que busca mi ayuda puede tener una educación de tercer grado, el síndrome de Down, o una molesta falta de acceso al jabón y agua, pero ellos realmente no entienden menos que yo el misterio de la muerte o del nacimiento, o los otros grandes misterios de la vida. Estos valores son esenciales para la medicina.

Una metodología útil con o sin el punto de vista religioso, es la Teología de la Liberación, el cual hace un llamado a la observación, reflexión y acción.  Dicho movimiento empezó en los 60’s dentro de la Iglesia Católica después del Vaticano II y la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Obistpos de Medellín, Colombia; interpreta las enseñanzas de Jesús haciendo un llamado radical a la igualdad de toda la gente y el amor a todos. Siempre que sea posible este proceso debería realizarse por medio de acompañamiento a los marginados.

"No quiero consultar. Le tengo miedo
a los doctores"
Fotografía: Eva Quesada
Sin embargo, acompañar a los “que no tienen voz” es un compromiso difícil. Dr. David Hilfiker, en su libro -No todos somos santos: El viaje de un doctor con los pobres-,  nos invita a tener y ejecutar una vida con propósito: Se necesita todo el juicio médico que poseemos para discernir cuando dejamos ir y cuando debemos urgir un paciente que vive en la calle. Se necesita cada onza de nuestra autoridad médica para introducir semejantes pacientes en el sistema de salud. Se necesita todo el conocimiento médico que podemos conseguir para poder diagnosticar a través de las barreras culturales. Pero como nuestro trabajo es tan diferente de la rutina común de un médico, es fácil equivocarlo..."

El profesor Alastair Campbell define salud como libertad. En su libro -Salud como liberación- introduce el término “voces de los oprimidos”  para darles un sitio normativo para determinar cómo la salud puede ser más ricamente entendida.  

Oir estas voces requiere tomar un punto de vista crítico hacia las estructuras sociales dentro de las cuales la opresión ocurre. Cuando nosotros estamos dispuestos a escuchar la experiencia de los oprimidos, comenzamos a ver cómo la injusticia ha sido institucionalizada en las mismas estructuras sociales que reclaman sólo estar interesadas en el bienestar del ser humano.

Retomando al profesor Campbel en su visión brutalmente honesta, nos hace un recordatorio a la esperanza en la forma de una búsqueda:
“Yo pienso que debemos procurar distinguir entre el sueño de una utopía y una esperanza basada en rehusarnos a aceptar que no tenemos poder para cambiar las cosas... Una cosa es definitivamente cierta: si no tomamos tales riesgos, nuestros ensayos de cuidar la salud no serán más que el eco de nuestra propia mal formada complacencia”.

URGE retomar ese camino para la esperanza, urge que la fuerza médica (estudiantes de medicina, médicos jóvenes recién egresados, especialistas, directores de centros de salud, hospitales y hasta secretarios de salud) respondan ante la misera humana.


Me atrevo a concluir , que la meta humanitaria por la que abogamos, podría ser la solución al sufrimiento que experimentamos actualmente en el mundo.

Dr. Abelardo Vidaurreta, Alex, Doña Mariela, Dr. Luis Castillo, Miriam, Celino
"Visita familiar"
Fotografía: Rocío López

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